Es la necesidad abrumadora de intervenir en cada decisión y problema de un niño. Descubre sus consecuencias y cómo los expertos recomiendan manejarla
Es natural que los padres busquen proteger a sus hijos y brindarles seguridad en su desarrollo. Sin embargo, cuando esta preocupación se convierte en una necesidad constante de intervenir en cada aspecto de la vida del niño, se habla de “crianza helicóptero”. Este estilo de crianza se caracteriza por un control excesivo sobre las decisiones y experiencias de los hijos, lo que, lejos de beneficiarlos, puede afectar su desarrollo emocional y social.
¿Qué motiva la crianza helicóptero?
Según la Dra. Laurel Williams, profesora de psiquiatría en el Colegio de Medicina Baylor, este comportamiento suele estar impulsado por la ansiedad de los padres. Dicha ansiedad puede manifestarse en diferentes formas: el deseo de evitar que el niño enfrente dificultades, la preocupación por su éxito académico o social, o la presión por cumplir con expectativas familiares y culturales.
Los padres que adoptan este estilo de crianza tienden a sobreproteger a sus hijos, limitando su capacidad de afrontar retos por sí mismos. Esto puede impedirles desarrollar habilidades esenciales, como la resiliencia ante el fracaso, la toma de decisiones y la autonomía en la resolución de problemas.
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Consecuencias de la sobreprotección
Cuando un niño no tiene la oportunidad de manejar situaciones difíciles de manera independiente, su desarrollo emocional y social puede verse comprometido. La sobreprotección puede generar inseguridad, dependencia excesiva y dificultades para gestionar la frustración.
Para fomentar la autonomía, los expertos recomiendan que los padres permitan a sus hijos enfrentar pequeños desafíos de acuerdo con su edad y nivel de madurez. Por ejemplo, en lugar de resolver inmediatamente un problema escolar o social en su nombre, es preferible guiarlos para que encuentren soluciones por sí mismos.
Williams sugiere que los padres evalúen el nivel de autonomía de sus hijos observando cómo manejan ciertas responsabilidades sin supervisión. Si un niño es capaz de seguir instrucciones y completar tareas sin asistencia, es posible que esté listo para asumir más independencia, como caminar solo a la escuela o tomar decisiones sobre su tiempo libre.
Una técnica recomendada es realizar “simulacros”, en los que los niños practiquen actividades bajo la supervisión indirecta de los padres. Por ejemplo, si un niño debe ir a la escuela solo, los padres pueden acompañarlo en las primeras ocasiones sin intervenir directamente. De esta manera, se refuerza su sentido de responsabilidad sin generar una dependencia innecesaria.
Para los adolescentes, es fundamental establecer una comunicación abierta. Williams recomienda que los padres expliquen las razones detrás de sus reglas y escuchen la perspectiva de sus hijos. En lugar de rechazar inmediatamente sus peticiones, se puede entablar una conversación en la que el adolescente argumente por qué cree que ciertas normas deberían cambiar. Esto les enseña habilidades de negociación y los ayuda a comprender los riesgos y beneficios de sus decisiones.
Si bien la intención de estos padres es proteger a sus hijos, es importante que otras personas eviten señalar directamente su comportamiento, ya que esto puede generar resistencia o sentirse como una crítica. En su lugar, Williams sugiere abordar el tema desde una perspectiva empática, haciendo preguntas abiertas que inviten a la reflexión.
Por ejemplo, en lugar de decir “estás sobreprotegiendo a tu hijo”, se puede expresar de manera más comprensiva: “He notado que a menudo intervienes en los conflictos del equipo de fútbol, ¿podrías contarme qué te preocupa?”. Esto permite abrir un diálogo sin que la otra persona se sienta juzgada, facilitando una conversación constructiva.
Fomentar la autonomía en los niños es clave para su desarrollo. Aunque la intención de la crianza helicóptero es proteger, los expertos advierten que puede limitar las habilidades de independencia y resiliencia de los hijos. Brindar apoyo sin sobreproteger es el equilibrio ideal para preparar a los niños y adolescentes para enfrentar los desafíos de la vida con seguridad y confianza.