Con maletas y esperanza, los migrantes aguardan frente a los organismos de control, confiando en que las autoridades reconsideren su decisión
Por Vannia Carmona
La investidura de Donald Trump como presidente de Estados Unidos marcó el inicio de un periodo de incertidumbre y frustración para miles de migrantes que buscaban asilo en el país vecino.
Sus órdenes ejecutivas contra la migración generaron una ola de tristeza y descontento en albergues como Juventud 2000, en Tijuana, donde las familias migrantes, con sueños de una vida más segura, fueron golpeadas por la cancelación de citas programadas en la aplicación CBP One.
Mientras algunos desayunaban y se preparaban para dirigirse a la garita El Chaparral, las noticias de las medidas anunciadas por el nuevo gobierno estadounidense cayeron como balde de agua fría. Mujeres, niños y jóvenes con historias de huida de la violencia, el narcotráfico y la crisis económica en sus países, se enfrentaron a la incertidumbre de un futuro que, hasta ese momento, parecía más prometedor.
Yesi Ortiz, voluntaria en Juventud 2000, relató las situaciones extremas que enfrentan los migrantes. Desde familias amenazadas de muerte hasta jóvenes escapando de ser reclutados por el crimen organizado, todos comparten un destino incierto. “No hay opción para muchos de ellos. Están huyendo porque quedarse es igual a enfrentarse a la muerte”, explicó.
Ante esta realidad, muchos comenzaron a reorganizar sus planes: empacar maletas, hacer llamadas para buscar refugio en otros estados como Durango o Monterrey, y prepararse para protestar frente a oficinas de control migratorio. Otros, desesperados, optaron por intentar el cruce fronterizo de manera irregular esa misma noche.
En lugares como Nogales, Sonora, migrantes provenientes de Venezuela y Colombia también se encontraron con la amarga noticia de la cancelación de citas. Con maletas listas y esperanzas rotas, buscaban respuestas en las oficinas del Instituto Nacional de Migración, solo para recibir confirmación de lo que temían.
Las palabras de un migrante venezolano reflejaron el sentimiento colectivo: “No sabemos qué hacer, no esperábamos esto”.Las medidas anunciadas en el primer discurso de Trump no solo afectan los planes inmediatos de estas personas, sino que también alteran la esperanza de reunirse con familiares en Estados Unidos, muchos de los cuales ya tenían vuelos programados y planes concretos de reunificación.