Investigaciones genéticas desvelan cómo los caballos domésticos impulsaron el cambio en civilizaciones antiguas.
Hace más de 4.000 años, en las estepas del sur de Rusia, un linaje de caballos domesticados cambió para siempre el rumbo de la historia humana. Según un estudio publicado en Nature, esta región fue cuna del caballo moderno, cuyas características como la docilidad y la resistencia fueron seleccionadas genéticamente por el ser humano, dando paso a una transformación sin precedentes en movilidad, comercio y estrategias militares.
El arqueólogo molecular Ludovic Orlando, líder del estudio, destacó que la domesticación en esta región cerca de los ríos Volga y Don marcó el inicio de una expansión equina casi instantánea por Eurasia. “El caballo permitió a los humanos recorrer distancias más largas y conectar culturas”, comentó Orlando.
Transformación social y genética
Los hallazgos, basados en el análisis de 273 genomas de caballos antiguos, confirman que antes de su domesticación, los caballos presentaban una mayor diversidad genética. Sin embargo, la selección humana redujo esta variedad, priorizando características clave que hicieron del caballo una pieza fundamental en la Edad de Bronce.
Además, su uso en carros de guerra y transporte facilitó la movilidad y alteró las dinámicas de poder en las comunidades humanas, según explicó la arqueóloga Kate Kanne, de la Universidad de Exeter.
Un vínculo profundo con la humanidad
El estudio no solo resalta el impacto cultural y social de los caballos, sino también cómo el cambio climático pudo haber favorecido su expansión hace 4.200 años, ampliando las praderas y creando un entorno propicio para su propagación.
Orlando subrayó: “El mundo se hizo más pequeño gracias al caballo. Su domesticación fue uno de los primeros experimentos de globalización”.
Este hallazgo no solo revela el origen del caballo moderno, sino también cómo este vínculo entre humanos y caballos dio forma a las civilizaciones que conocemos hoy en día.