La leche, una de las bebidas más consumidas del mundo, suele ser ingerida de forma incorrecta según explican los especialistas.
Por Vannia Carmona
La leche es uno de los alimentos más consumidos en todo el mundo, reconocida por sus propiedades nutricionales, su versatilidad gastronómica y su sabor característico. Sin embargo, su consumo no siempre se realiza de forma adecuada, especialmente durante el invierno, cuando se tiende a calentarla para combatir las bajas temperaturas. Los expertos advierten que un error frecuente al consumir leche caliente es desechar la fina capa que se forma en su superficie, conocida comúnmente como “costra”.
Según Cristina Lora, especialista en seguridad alimentaria, esta capa superficial no es nata, como popularmente se cree, sino una proteína llamada lactoalbúmina. Este componente, presente de forma natural en la leche, se desnaturaliza al exponerse a temperaturas elevadas, lo que provoca su solidificación. Posteriormente, al enfriarse la leche, esta proteína asciende a la superficie debido a su diferencia de densidad, formando la mencionada capa.
Aunque esta fina película puede resultar poco atractiva para algunos consumidores debido a su textura, su eliminación implica perder una parte importante del valor nutricional de la leche. La lactoalbúmina contiene nutrientes esenciales que no solo contribuyen al contenido proteico de la bebida, sino que también tienen un impacto positivo en el sabor y en el proceso digestivo.
Lora explica que consumir la leche con todos sus componentes, incluida esta capa, facilita la digestión, mientras que retirarla puede alterar la composición de la bebida, reduciendo su aporte nutricional. De hecho, en caso de eliminar la capa, lo que queda en el vaso es una bebida más aguada, con menor densidad y un sabor menos intenso.
Para aquellos que no disfrutan de la textura de esta capa, los especialistas ofrecen una solución práctica: mezclar la leche antes de consumirla. Este procedimiento permite reincorporar la costra de manera homogénea, asegurando que los beneficios nutricionales se mantengan intactos sin alterar significativamente la experiencia sensorial al beberla. En conclusión, es importante desmitificar la idea de que esta capa superficial es innecesaria o incluso indeseable. Muy al contrario, su presencia es una señal de la riqueza nutricional de la leche, y consumirla completa garantiza que este alimento conserve todas sus propiedades beneficiosas. Así, pequeñas acciones como evitar desechar esta capa contribuyen no solo a aprovechar al máximo los nutrientes de la leche, sino también a mejorar la salud digestiva y el disfrute general de este alimento.