Baldomero “Melo” Almada fue el primer mexicano en jugar en las Grandes Ligas, destacándose en su paso por los Dodgers de Los Ángeles. Su carrera marcó un hito importante en la historia del béisbol, abriendo el camino para futuros jugadores mexicanos en la liga. Almada es recordado no solo por su talento en el campo, sino también por su papel como pionero en el deporte.
El sonorense Baldomero “Melo” Almada Quirós fue pionero en abrir las puertas a grandes beisbolistas mexicanos en las Grandes Ligas, consolidándose como una leyenda del béisbol. Nació el 7 de febrero de 1913 en Huatabampo, Sonora, y emigró a Estados Unidos durante su infancia, ya que su padre, un importante político, fue nombrado cónsul en Los Ángeles. En su juventud, Almada practicó varios deportes, pero finalmente se inclinó por el béisbol, influenciado por su hermano mayor, José Luis “Lou” Almada, quien también destacó en ligas menores.
En 1933, Melo se convirtió en un prometedor jardinero de la Liga de la Costa del Pacífico, y el 2 de julio de ese año fue firmado por los Medias Rojas de Boston, convirtiéndose en el primer mexicano en llegar a las Grandes Ligas. Debutó el 8 de septiembre de 1933 en el Fenway Park de Boston. Aunque su carrera con los Medias Rojas fue su punto más alto, también jugó con los Senadores de Washington, los Cardenales de San Luis y los Dodgers de Los Ángeles.
Más allá de sus logros deportivos, Almada dejó una huella profunda en el béisbol, dignificando la figura del pelotero latinoamericano en un entorno marcado por el racismo. A lo largo de sus 646 juegos en las Grandes Ligas, conectó 706 hits, incluidos 107 dobles, 27 triples y 15 jonrones, con un promedio de bateo de .248. En reconocimiento a su legado, fue incluido en el Salón de la Fama del Béisbol Mexicano en 1971.