Por Sharon Oropeza
Este 2 de octubre, miles de personas tomaron las calles de la Ciudad de México para conmemorar el 56 aniversario de la matanza de Tlatelolco, un evento que marcó un antes y un después en la historia del país. La marcha fue organizada para honrar a los estudiantes caídos en 1968, quienes fueron brutalmente reprimidos por el Estado en un operativo que resultó en la muerte de cientos de jóvenes. A pesar de que Claudia Sheinbaum, presidenta de la ciudad, emitió su primer acuerdo en el Diario Oficial, ofreciendo una disculpa pública a las víctimas y reconociendo los crímenes de lesa humanidad, los manifestantes no dejaron de exigir justicia para los responsables.
El recorrido, que inició en la Plaza de las Tres Culturas, fue encabezado por el Comité del 68, acompañado por estudiantes de la UNAM, IPN y la Normal Rural de Ayotzinapa, entre otras organizaciones. A lo largo de la marcha, se realizaron actos simbólicos como el pase de lista de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, lo que mostró el apoyo incondicional a esta causa que aún busca respuestas.
Sin embargo, la conmemoración no estuvo exenta de actos violentos. Un grupo autodenominado “Bloque Negro” se infiltró en la marcha y generó disturbios en varias partes de la ruta. Los jóvenes encapuchados realizaron pintas con frases como “2 de octubre no se olvida” y “Ayotzi Vive” en edificios históricos, como el Palacio de Bellas Artes y el Palacio Postal, a pesar de estar resguardados con vallas metálicas. Además, cometieron actos de vandalismo en negocios ubicados en el centro de la ciudad, rompiendo chapas y saqueando mercancías de algunas tiendas.
A pesar de estos incidentes, la marcha se mantuvo como un recordatorio vivo de la memoria colectiva. Las consignas de “ni perdón, ni olvido” resonaron en el aire, mientras miles de personas seguían exigiendo justicia para las víctimas de Tlatelolco y para los normalistas de Ayotzinapa. El 2 de octubre continúa siendo una fecha emblemática, que, a pesar de los reconocimientos oficiales, muestra que las heridas de la represión y la lucha por la verdad siguen abiertas en México.