Karma: Más que una simple relación causa y efecto

Por Sofia Swindall

El concepto del karma ha ganado popularidad en las sociedades occidentales en los últimos años. Aunque la Real Academia Española ya recoge el término, según Philippe Cornu, presidente del Instituto de Estudios Budistas, “a menudo está malinterpretado o mal entendido”.

Para comprender mejor este concepto, recurrimos al monje Gueshe Thubten Chöden, del Centro de Estudios Tibetanos Nagarjuna, acompañado de Ariel Miranda, quien actúa como traductor. Ambos visten los tradicionales ropajes granates de los monjes budistas tibetanos y están dispuestos a aclarar cualquier duda sobre el karma.

La palabra “karma” proviene del sánscrito y significa “acción”. Sin embargo, en el budismo se refiere a la “ley de causalidad”, explica el lama Thubten Chöden. Esta ley puede entenderse de manera similar a la Tercera Ley de Newton: toda acción provoca una reacción. Así como la ley de gravedad y las leyes de la termodinámica, el karma es una ley universal que rige nuestras vidas a través de una relación causa-efecto.

“Para que algo ocurra, debe existir una causa o circunstancia que lo genere”, dice el lama. Todo fenómeno, ya sea mental o físico, depende de otro, lo que significa que existe de manera interdependiente. Esto implica que nuestras acciones, ya sean físicas, verbales o mentales, son causas que determinan nuestros efectos o experiencias futuras.

Un aspecto crucial del karma en el budismo es la intención detrás de nuestras acciones. Como dice el refrán, “la intención es lo que cuenta”. “Un acto involuntario no genera karma. El karma es una reacción mental, no solo una acción física”, aclara Thubten Chöden. Por ejemplo, si accidentalmente pisas una hormiga, no es karma, pero si lo haces intencionalmente, estarías generando un karma negativo.

Existen tres tipos principales de karma: positivo, negativo y neutral. El karma positivo es el resultado de buenas acciones como la generosidad, la bondad y el perdón. Por otro lado, el karma negativo surge de acciones perjudiciales, como el egoísmo, la avaricia o la crítica destructiva. El karma neutral es el que no produce efectos significativos ni buenos ni malos.

La purificación del karma negativo puede lograrse generando más karma virtuoso. Aunque no se puede eliminar por completo, las buenas acciones pueden evitar que el karma negativo madure, señala Thubten Chöden. “La felicidad en esta vida depende de la cantidad de buenas acciones que realicemos”.

El maestro Ximo Martínez, del Centro Budista Kadampa Duldzin de Valencia, destaca que, aunque el sufrimiento es una experiencia indeseable, desde un punto de vista espiritual, puede transformarse en algo positivo. “Una experiencia difícil puede recordarse como una etapa de crecimiento que, a largo plazo, produce logros y cambios positivos”.

Una parte importante del karma es que sus efectos pueden trascender esta vida. Según Thubten Chöden, las acciones de una vida pueden dar frutos en la siguiente, ya que la ley del karma no permite casualidades o accidentes. Todo lo que ocurre tiene una causa, lo que explica las desigualdades del mundo, como la mala salud, los privilegios o los desastres naturales.

Finalmente, el lama Kadampa Duldzin aclara que el uso coloquial del término karma es contradictorio: “Decimos ‘es mi karma’, pero lo entendemos como algo fuera de nuestro control. En realidad, nuestras acciones tienen un impacto directo y personal en nuestras vidas”.

El karma es una ley de causa y efecto que rige la vida de todos los seres conscientes. No es algo relacionado con la religión o el destino, sino una fuerza natural que responde a nuestras acciones e intenciones. Por tanto, es esencial comprender que, como dijo Buda, “cada uno recoge lo que siembra”.

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