Por Diana Silva
La crianza nunca ha sido una tarea sencilla, y es natural que los padres, especialmente los primerizos, se esfuercen por ser excelentes en su rol. Sin embargo, ¿qué sucede cuando este deseo de perfección se convierte en una obsesión? Un estudio llevado a cabo por la Facultad de Enfermería de la Universidad Estatal de Ohio revela que la búsqueda de la perfección parental puede tener serias implicaciones para la salud mental, tanto de los padres como de los hijos.
Los resultados de la encuesta, realizada a más de 700 padres el año pasado, son claros: el 57% de los encuestados admitió sentirse agotados, agotamiento que se relaciona con las altas expectativas que ellos mismos se imponen y las presiones externas. Esta presión abarca desde la preocupación por la crianza de los hijos hasta la opinión de los demás, pasando por el tiempo dedicado a la familia y el mantenimiento del hogar.
El estudio también destacó que cuanto más tiempo pasaban los padres y los hijos juntos en actividades recreativas, menos problemas de salud mental experimentaban los niños. Esto resalta la importancia del tiempo de calidad en la relación padres-hijos para el bienestar emocional de estos últimos.
Kate Gawlik, una de las autoras principales del estudio, sugiere que las redes sociales han exacerbado esta presión, al permitir la constante comparación con otros padres y sus aparentemente perfectas vidas familiares.
Sin embargo, el estudio no solo señala problemas, también ofrece soluciones. Recomienda estrategias de crianza positiva, como la escucha activa y el reajuste de expectativas tanto para los padres como para los niños. Además, destaca la importancia del autocuidado de los padres, ya que su bienestar influye directamente en el de sus hijos.
Perseguir la perfección en la crianza es una meta ilusoria. En cambio, enfocarse en ser padres amorosos, presentes y conscientes de su propio bienestar puede generar un ambiente más saludable y feliz para toda la familia.