Por Diana Silva
El controvertido tema del uso de dispositivos móviles entre la población infantil y juvenil ha encendido discusiones en múltiples frentes. Desde su potencial como herramienta de comunicación hasta las preocupaciones sobre su impacto en la socialización, las opiniones son variadas y apasionadas.
Una historia que ha captado la atención es la de una madre que, en 2012, publicó un artículo en HuffPost titulado “Hijo, aquí tienes un contrato para poder usar el celular, con amor, mamá”. En este artículo, Janell Burley Hofmann detallaba un contrato que había elaborado para su hijo de 13 años, Gregory, estableciendo reglas claras para el uso de su teléfono móvil.
Entre las reglas destacadas se encontraban compartir la contraseña con los padres, responder siempre a las llamadas de mamá y papá, y establecer horarios específicos para apagar el teléfono. Además, se prohibía llevar el móvil a clases, usarlo para causar daño a otros, o compartir contenido inapropiado.
Este enfoque ha sido tanto aplaudido como cuestionado. Mientras algunos lo ven como una forma de enseñar responsabilidad y equilibrio en el uso de la tecnología, otros dudan de su viabilidad a largo plazo.
El debate continúa entre quienes ven en esta medida una solución práctica y aquellos que la consideran difícil de mantener. Sin embargo, queda claro que la conversación sobre el uso de dispositivos móviles por parte de los jóvenes está lejos de concluir.
