Por Diana Silva
A lo largo del tiempo de permanencia, las parejas enfrentan una serie de desafíos que ponen a prueba su vínculo. Desde discusiones y desacuerdos hasta falta de comunicación, estos obstáculos son parte inevitable de la convivencia. Sin embargo, es crucial entender que no todas las crisis cuestionan la existencia o la intensidad del amor, sino más bien las diferencias en los puntos de vista.
Las crisis profundas son aquellas que despiertan preguntas cruciales: ¿sigo amando a mi pareja? ¿Por qué el amor parece haber cambiado? ¿Cómo llegamos a este punto? Estos momentos de rivalidad y enfrentamiento activan preocupaciones constantes, llevando a cuestionar la viabilidad misma de la relación.
En la actualidad, los cambios en las dinámicas de las relaciones aceleran los tiempos para la separación. Ya no es necesario tolerar querellas, oposiciones, violencia encubierta o explícita, o el control sobre el otro. La posibilidad de romper con el vínculo se ha agilizado, tanto social como legalmente. Surge entonces la pregunta crucial: ¿nos separamos por diferencias irreconciliables o por la desaparición del amor?
Dos modelos de amor se enfrentan en este escenario: el tradicional amor romántico, con roles fijos y expectativas sociales, y un modelo más dinámico y flexible, que respeta las individualidades y promueve la comunicación sincera. Las parejas se encuentran en una constante búsqueda de equilibrio entre estos dos enfoques.
Aquellas parejas que no logran conciliar estos modelos pueden caer en un ciclo de conflicto que erosiona el afecto mutuo. Aunque el amor persiste, las diferencias insalvables socavan la relación.
Sin embargo, aún hay esperanza. Es crucial distinguir entre una pérdida irreversible del amor y un amor dañado pero presente. En el segundo caso, es posible darse una oportunidad, pero esto requiere esfuerzo y compromiso por parte de ambas partes.
Para aquellos que desean reconstruir su relación, aquí hay diez consejos clave:
- Reconocer cuando el amor de pareja ya no existe y no forzar una situación insostenible.
- Abandonar la creencia en un amor romántico que demanda sumisión.
- Entender que el compromiso amoroso implica respetar las diferencias y apostar al progreso mutuo.
- Evitar convertir los desacuerdos en batallas donde uno debe salir victorioso.
- No confiar en que la calma después de la tormenta resuelve los problemas subyacentes.
- No utilizar el sexo como una forma de redimir conflictos.
- Comunicar las diferencias con conexión mutua y empatía.
- Buscar el consenso incluso en medio del desacuerdo.
- No convertir la relación en una competencia de quién tiene razón.
- Recordar que el objetivo no es ganar, sino estar juntos por elección y disfrute mutuo.
En última instancia, la calidad de una relación radica en la capacidad de enfrentar desafíos juntos y celebrar los logros compartidos. Romper con viejos paradigmas y construir un vínculo basado en el respeto mutuo y la comunicación sincera es fundamental para navegar con éxito las crisis en la relación de pareja.
Walter Ghedin, MN 74.794, es médico psiquiatra y sexólogo.