Durante un foro en la Escuela de Derecho de Harvard, considerada la mejor facultad de su tipo en Estados Unidos, Claudia Sheinbaum vivió un incómodo momento. El ministro de la Suprema Corte, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, expuso los requisitos para aspirar a ser juez en México, lo que generó risas entre los presentes. Visiblemente molesta, la presidenta afirmó que “nadie se burla de los mexicanos y las mexicanas”, enfatizando que la elección en las urnas legitimaba las decisiones de su gobierno y su partido.
Sheinbaum aprovechó para demandar que Harvard investigara la corrupción en el Poder Judicial mexicano, aunque el incidente fue provocado por los alumnos, no por la institución. También sugirió que el sistema de elección de jueces por voto popular existía en Estados Unidos, lo cual es incorrecto en el ámbito federal.
Este evento refleja una creciente confrontación entre el Ejecutivo y el Poder Judicial, especialmente después de que la jueza Nancy Juárez Salas ordenara suspender la promulgación de la reforma judicial impulsada por Morena. Sheinbaum desobedeció el fallo, lo que ha sido visto como un desacato y ha generado fuertes críticas por el mal ejemplo que representa.
Existen precedentes que validan la acción de la jueza, como el caso de 2012 en el que el ministro Arturo Zaldívar defendió la capacidad de la Suprema Corte para poner límites a las mayorías legislativas. A pesar de ello, Sheinbaum y su partido continúan promoviendo reformas que buscan debilitar las atribuciones de la Corte.
En sus recientes declaraciones, la presidenta ha insistido en que existe una campaña en su contra, aunque sus acciones y las iniciativas legislativas promovidas por su partido han generado preocupación sobre el futuro de la justicia y la seguridad jurídica en México.